Para los hípicos venezolanos de los años 60 a 80 del siglo pasado, Don Manuel Azpúrua Sosa era “Manuelito” Azpúrua, un entrenador de enormes éxitos, entre los cuales, quizás el más destacado, por lo menos el históricamente más trascendente fue el triunfo del venezolano Socopo (63, Riojano en Ya Se Ríe, por Yatasto) en el Clásico Simón Bolívar, enfrentando a los importados, que para entonces eran admitidos en la programación venezolana. Fue una victoria celebrada por el hípico venezolano a nivel nacional. Todo fue trascendente ese día: la narración de la prueba que se hizo leyenda; la conducción del jinete Luis Bolívar, fallecido trágicamente poco después; los inolvidables colores del Stud “Cachemira”; el Haras “Shangri-La”, que aparecía bajo el nombre de la Sra. Carlota Sosa de Azpúrua, madre de “Manuelito”; y, por supuesto, “Manuelito” que en adelante sería recordado como el entrenador de Socopo, pese a que fue responsable de un sin número de gandores clásicos extranjeros y criollos.
Su padre, Don Manuel Azpúrua Alcántara, fue un hípico notable, aún homenajeado con una prueba en su nombre en la hípica venezolana. Por él, se le llamó “Manuelito” para diferenciarle del progenitor, uno de los miembros fundadores del Jockey Club de Venezuela. Tanto Manuel Azpúrua Sosa, como su hermano Eduardo Azpúrua Sosa, fueron entrenadores trascendentes en su país. En el año 1980 se iría a EUA y unos años después su sobrino Manuel, hijo de Eduardo, sería llamado por una nueva generación de hípicos “Manuelito” también. Y es que los Azpúrua Sosa son una estirpe de hípicos a carta cabal. Hoy hermanos, hijos, sobrinos, su esposa, comparten pesar con una enorme cantidad de hípicos que aprendimos a querer a Don Manuel, porque en eso se nos convirtió “Manuelito”, en todo un señor del entrenamiento, un amigo entrañable, casi familiar, que cualquiera podía abordar en los hipódromos de la Florida, donde trabajaba con ahínco, siempre a la busca de un nuevo ganador. De un nuevo triunfo. Sorprende su muerte pese a su edad de 88 años porque es de esa gente que uno cree que es para siempre. Cuantos recuerdos llegan agarrados de su mano Don Manuel… No se van, llegan, porque son imperecederos.
Hoy, en días aciagos para la hípica venezolana, es necesario tener presente que hubo ejemplos a seguir, hay ejemplos a seguir, y seguirán apareciendo ejemplos a seguir en la industria hípica. Don Manuel Azpúrua Sosa, más allá de números estadísticos, ahora ausentes de la hípica venezolana, es una estandarte hípico de enorme dimensión, que estará siempre presente en la mente de los hípicos venezolanos y de la Florida estadounidense. Cada vez que vengan a nuestras mentes las hazañas de Bethia, Yves, Set N’ Go, Blackie, Renombre, le agradeceremos ese dardo de alegría y de hipismo que nos inoculó Manuel Azpúrua Sosa.
¡Que Dios le tenga en su Gloria!… Y si en el más allá hay carreras, que Dios le otorgue una cuadra de Campeones como los que siempre supo entrenar.
Y como siempre, Don Manuel, mis respetos…